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         Foto: Mar de Benicassim

Sometimes everything is wrong.

Now it's time to sing along

When your day is night alone, hold on

if you feel like letting go,  hold on

when you think you've had too much of this life,

well hang on.


 

Dicen que el cielo se estremeció ante su marcha altanera, y furioso, desató una tormenta de viento y lluvia. El oleaje no quería un adiós sin visita, no estaba dispuesto a permenecer en su vaivén día y noche sin verla aparecer entre su arena. Así que la negrura de la noche estuvo manifestando su enfado agitando unas palmeras que le avisaban a ella de su ingratitud. El agua repiqueteaba en su ventana sin cesar. El viento aullaba sin misericordia. Hasta una ardilla pasó cerca de su ventana con la intención de decirle al oido que el cielo no le iba a permitir conducir hacia su guarida.

Apenas cuatro meses habían pasado desde que sus aguas mecieron ese cuerpo grácil que se bronceaba al sol del estío. Y ella, que se había acercado por unos días, iba a marcharse sin decirle hola. Ni siquiera un adiós.

Pero cuando ella desperezó en la mañana, sintió una profunda tristeza, una desazón cuyo motivo no lograba adivinar. Su cuerpo, maltratado por la juerga de la noche anterior, no había descansado lo suficiente y algo le incitó desde el comienzo de su día a pensar en permanecer un día más en ese pueblo bañado por el mar a pesar de su obligaciones.

Así que disfrutó de una jornada dominical al calor de sus amigos y de una mantita que le cantó una nana en la larga siesta de televisión.

Al día siguiente, antes de partir hacia el interior, fue al mar a encontrarse con sus olas, con ese aroma que todavía conserva en un cierre de sus ojos. Llegó y se sentó en una arena húmeda y, mirando al horizonte, entendió que no se puede obviar aquello que te aporta felicidad. Y comulgó con el oleaje, con los granos de arena que se apelmazaban en su manos. Y miró largo rato al horizonte perdiéndose en unos rayos de sol que asomaban entre las nubes agradeciéndole esa visita tan esperada.

Unas lágrimas resbalaron saladas por su mejilla, como las últimas gotas de una ola que rompió sobre sus pies. Pero no estaba triste. Sabía que no muy tarde volverá a dejarse abrazar por ese mar que tanto le gusta.

Y mientras caía un diluvio por la carretera de regreso a casa, le contaron que en el pueblo de mar, un gran sol iluminó la mañana.

everybody hurts - the corrs

¡¡Mira que me gusta esta canción!! Tanto como me gustas tú...

y cuando la escucho, vienes a mí en forma de espuma, sol y azahar.

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